LA CALMA DE LA NATURALEZA

La calma de la naturaleza. Rodeado por el mar. Norte, sur, este y oeste.
Siempre ahí. Calmada o agitada. Una naturaleza que nos da paz o nos agita.
Vivir en una isla nos permite mantener una relación muy estrecha con el mar.
Nos calma y nos sentimos libres con sólo mirarlo.

Las islas tienen una magia especial que hace que la vida en ellas sea diferente a la del continente.

África y sus hermanos lo saben muy bien: el hecho de haber nacido en una isla les ha permitido vivir un estilo de vida muy diferente al de la gran ciudad.

EN TIERRA FIRME

Pero no todo ocurre en el agua. Paseamos por el pueblo, descubrimos campos de margaritas entre las dunas, visitamos las casas de nuestros amigos y recogemos plantas de aloe vera que luego convertiremos en productos caseros para la piel.

Cada día podemos darnos un chapuzón en un rincón diferente de la isla.

Nos movemos evitando los vientos más fuertes y nos resguardamos para poder disfrutar de las olas en cualquier momento.

El mar forma parte de nosotros. Lo amamos y lo respetamos, por eso nos gusta tanto cuidarlo.

VIVIR SIN PRISAS

La vida en la isla tiene un ritmo diferente.

Aquí, en Fuerteventura, los días en el exterior pasan con calma, convirtiéndose en semanas, meses y años de aventuras en el paraíso.

Un paisaje enmarcado por fascinantes aguas azules que constituye, desde 2009, un ecosistema protegido.

Vida lenta en estado puro.